Pasear por el Salón Inmobiliario de Madrid (SIMA) es como verse inmerso en la actual situación del mercado inmobiliario español. Mucha vivienda finalizada que busca comprador; entidades financieras que en vez de abrir cuentas venden casas (Altamira/Santander, Aliseda/Banco Popular, Hábitat-Bancaja, Caja Madrid, Ibercaja, etc.); escasa promoción de obra nueva, y una elevada oferta de vivienda de protección (acaparó más de la cuarta parte del recinto), ubicada principalmente en los nuevos y futuros barrios de la capital (Ensache de Vallecas, Sanchinarro o Valdebebas, el desarrollo estrella de esta edición).
El ocaso inmobiliario ha transformado al SIMA, que ha pasado de ser uno de los principales salones inmobiliarios de ámbito mundial, con media docena de pabellones, algunos monotemáticos y especializados en segundas residencias en el litoral español, a concentrar ahora toda su oferta en único pabellón y compartir semana con otros salones como Genera o el del Automóvil Ecológico, que le han robado protagonismo. Sin embargo, el salón ha ido recibiendo a un público más selecto, menos “curioso” y más ajustando al perfil de comprador que todo expositor quiere ver en su stand: pareja joven que busca su primera vivienda a precio protegido o de mediana edad que quiere cambiar de casa. Aunque la Comunidad de Madrid concentraba el 48% de la oferta, también había oportunidades en la costa, sobre todo en la de Galicia, Cantabria y Asturias. Tampoco ha perdido su carácter internacional, pues en esta edición estuvieron presentes inmobiliarias de 17 países, con el objetivo de atraer a las rentas más altas “antes de que el Gobierno les aumente sus impuestos”.
En los últimos años el tamaño del SIMA se ha ido ajustando a la demanda inmobiliaria y muy lejos quedan ya las más de 150.000 visitas que registró en 2007. Esta duodécima edición ha recibido unos 50.000 visitantes, 10.000 menos que las registradas el año pasado, aunque el balance que interesa a los expositores no se hará hasta dentro de unas cuantas semanas cuando empiecen a comprobar cuántas reservas se convierten finalmente en pre-ventas.
Atrás han quedado los sonados descuentos, los viajes, los coches “regalados” por adquirir una vivienda en plena feria. “El precio está tan ajustado, que es imposible rebajarlo más”, se oye una y otra vez en cada uno de los más de 250 stand de la feria. José Manuel Galindo, presidente de la Asociación de Promotores Constructores de España (APCE) así lo constata: “Los promotores han hecho ya todo el esfuerzo”, y apunta que los únicos con margen para la rebaja son los inmuebles que obran en poder de los bancos. Tampoco se ven los rostros famosos de antaño, futbolistas, modelos o presentadores contratados a golpe de talonario. Por los cuatro días que duró el evento sólo han desfilado políticos locales, regionales y estatales que, a pesar de los recortes sociales y de subidas como la del IVA, confirman sin embargo, que, tras dos años de ajustes de precios, el momento de comprar una vivienda ya ha llegado.